Hace dos meses que me estoy especializando en bucear hacia dentro. He cerrado los ojos para poder ver mejor y me he dado cuenta de que en la vida, hasta en lo más amargo, existe esta especie de íntima comunión que se siente dulce y reconfortante como el calor del fuego un día frío y apagado. He bajado a plomo, sin resistencia y a pulmón vacío hasta las profundidades más oscuras y uno a uno he ido recuperando todos mis cachitos rotos. Cada vez que recuerdo que hay que respirar hago una mezcla con el aire y mi aliento para poder pegarlos. Imagino que cuando termine con esto ya no podré ser la misma. Como tengo los ojos cerrados puede que pegue los trocitos del revés o que alguno no aparezca… y también puede que de camino a la superficie todos transmuten y me den a probar el elixir de la vida en otra parte.

Y aunque reconozco que a veces pienso que si nos diesemos cuenta de que somos demasiados y apareciesen tickets para voluntarios que dejasen la existencia en esta tierra yo sacaría el primero, mientras tanto, me he venido a la Isla de los Dioses para estar más cerca y para seguir trabajando.

Aquí y así sigue evolucionando la colección que nació hace 3 años y que crece conmigo en el camino hacia un desarrollo sostenible por un planeta limpio y sano.

Os dejo unas imágenes del día de hoy con tintes orgánicos del que prometo hacer un post detallado los próximos días y me despido hasta muy pronto con un abrazo que lo contenga todo,

La guerrera con corazón de luna.



Maria Malo