Hay algo misterioso en los tintes orgánicos. Algo muy mágico que va mucho más allá del color y que se vuelve adictivo cuando se experimenta personalmente.


Hay movimiento, hay vida.

Quizá sean las infinitas variaciones las que hacen que esta técnica te lleve en un viaje casi psycotropico. Igual sea el nunca llegar a lo mismo, ni aunque lo intentes, ni aunque sigas exactamente los mismos pasos.

Desde la planta y sus hojas a la pasta y el Vat, la luz exterior, el tejido, el número de baños o el tiempo de oxidación… hay tantas variables en este proceso que sería imposible repetir un color exactamente igual y eso, creo, lo vuelve tan misterioso como mágico y adictivo.




Antes de empezar a teñir hay que preparar por, un lado el baño y por otro, el tejido.

Para preparar el baño se cortan las hojas y se lavan bien. Las ramas deshojadas se utilizan para calentar el agua a fuego y las hojas para hacer la pasta con la que haremos el vat o baño de color.

Dependiendo del color se necesitan diferentes hojas. En este post me voy a centrar en los colores que hemos utilizado para la colección de Undies; Army green, Tobacco y Butter Milk.




Para Army green utilizamos pasta de Indigo ( azul) con hoja de mango (amarillo). Para ButterMilk, Mango y Mahogany, y para el Tobacco; Mahogany, en español Caoba.

Antes de empezar con el proceso de teñido es importante lavar bien el tejido, preferiblemente con bicarbonato sódico para eliminar cualquier residuo químico. Incluso utilizando tejidos naturales, a veces por el embalaje del transporte a veces por razones que desconozco, el tejido puede estar salpicado por algún producto que va a alterar el color y va a dar como resultado un tejido teñido a manchas.




Al ser un proceso completamente manual necesitamos cortar las piezas de tejido en largos de 8 metros. De esta manera conseguimos manipular la pieza completa, metiendo el tejido en el baño mientras con las manos eliminamos el aire para evitar que el proceso de oxidación empiece antes de tiempo y coja color por igual. Si se hacen burbujas de aire, empezará la oxidación de forma irregular y no conseguiremos que toda la pieza tome un color uniforme.




Una vez que el tejido ha cogido color se saca y se cuelga a la sombrara donde, al entrar en contacto con el aire, empieza la oxidación. En un primer baño el color es más suave, para llegar a tonos más oscuros se vuelve a meter la pieza en el baño. Baño-oxidación , baño-oxidación… hasta llegar al tono deseado.

Llega un momento en el que da igual cuantas veces más metas la pieza el color no va a subir de tono porque ha llegado a su máximo en ese vat.




Cuando llegamos al tono que buscábamos utilizamos un fijador de color, limestone para el butter y el tabacco y Alum + Sulfur para el army. Lavamos las piezas y las colgamos a la sombra a secar.

El agua utilizada pasa por una piscina de nenúfar y de ahí se utiliza para regar.

Las telas casi secas dan una vuelta por la secadora y listas para planchar y empezar a cortar.

No importa cuantas veces vea el proceso siempre encuentro algo nuevo que me vuelve a fascinar.

Y cada vez que visto una de estas piezas entro en vibración con un color lleno vida que me regala infinitos matices en cada mirar y me habla de la impermanencia de las cosas y del continuo movimiento del todo para llevarme a la presencia en mi Ser, que permanece, siempre, en calma.




Gracias por elegir sostenible.

Maria Malo